El mundo asiste a un reforzamiento de los gastos de defensa por parte de países que han hecho de la economía militar un norte estratégico dentro de su visión geopolítica y su influencia dentro de la economía mundial, destacándose Estados Unidos dentro de ese culto a la producción y comercialización de armas de todo tipo.¿Estaría viviendo la humanidad una fase de transición geopolítica donde el mundo está experimentando profundos cambios dentro de la jerarquización de la economía mundial y donde se sitúan nuevos actores como principales potencias económicas?
Durante la crisis económica mundial conocida como la Gran Recesión (2008-2009), y en medio de fuertes turbulencias financieras y privaciones laborales en la economía civil, los productores de armas de todo tipo seguían acumulando pingües beneficios. En la actualidad existen más de 1,100 empresas establecidas en unos 98 países que se dedican a producir armas de todo tipo, pero en verdad este tipo de negocio se encuentra muy concentrado en un puñado de poderosas empresas transnacionales.
Un puñado de poderosas empresas transnacionales productoras de armas de todo tipo, especialmente de aquellas dotadas de alta tecnología para suplir los requerimientos de lo que Dwight D. Eisenhower (1890-1969) bautizó como el naciente y peligroso Complejo Militar-Industrial (CMI). Juan Bosch (1909-2001) lo concibió como parte integrante del pentagonismo (en cuanto estructura militar) para el caso de EE.UU. A nivel mundial unas 100 empresas colocan su producción de armas en el mercado internacional, alcanzando ventas que superan los 390 mil millones de dólares, pero en realidad el negocio es controlado por un grupo selecto de transnacionales norteamericanas Lockheed Martin, Boeing y Raytheon. Bae Systems es una transnacional británica que ocupa el cuarto lugar dentro de la pirámide de las principales fabricantes y comercializadoras de armamentos a escala planetaria, destacándose en la producción de aviones, barcos de guerra y una gran diversidad de pertrechos bélicos. Europa también se apropia de una gran tajada del pastel de los presupuesto para gastos militares a través de la división militar del consorcio Airbus.
El Instituto Internacional de Investigación de la Paz de Estocolmo (SIPRI), con sede en Suecia, ofrece datos impresionantes sobre la fabricación y el negocio de las armas de todo tipo en el globo terráqueo, destacándose que los principales países exportadores (vendedores) de armas en el mundo son Estados Unidos, Rusia, Francia, Alemania, China, Reino Unido, España, Israel e Italia. En efecto, con el ascenso de Donald Trump al gobierno de Estados Unidos, principal potencia económica del globo terráqueo, el mundo observa un incremento de los gastos militares, desviándose recursos financieros de la economía civil para ser destinados a la producción y comercialización de armas de todo tipo. Incluso, la Administración Trump considera al presupuesto de defensa como un medio para hacer sentir el poder político-militar de Washington sobre un mundo donde la economía norteamericana va perdiendo terreno de manera notable.
¿Terminará la economía militar sobreponiéndose a la economía civil? ¿Cómo explicar la proliferación (crecimiento desmedido) de la industria militar en un mundo donde persisten niveles crónicos de pobreza, desigualdad y exclusión social?