La aceptación de las monedas virtuales al estilo bitcoin ha crecido tanto en los últimos años que grandes emporios bancarios y aún Estados están buscando fórmulas para incorporarlas a sus portafolios de derivados financieros, quizá atrapados por una frase cargada con un dejo derrotista: “Si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él”. Pero citada decisión sería el preludio del advenimiento de una nueva crisis monetario-financiera internacional. Porque existe un interés de muchos bancos centrales del mundo por restringir la creación de dinero por parte de los bancos comerciales mediante el otorgamiento de préstamos a sus clientes sobre la base de que se le resta capacidad de regulación a la cantidad de dinero en manos del público.
Y sin la capacidad para imprimir dinero, cualquier institución que ofreciera crédito sería evaluada -tanto por el mercado como por la normativa reguladora- en base a su capacidad para generar préstamos de manera responsable. Es lo que debe ser. Kenneth S. Rogoff, profesor norteamericano y economista en jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI) durante el período 2001-2003 escribió en su obra “Reduzcamos el papel moneda” (2016) lo siguiente: “Controlando la puerta de entrada (del bitcoin o de cualquier otra moneda digital, dg) al sistema financiero a la economía legal, los gobiernos tienen una enorme ventaja para socavar el valor y la liquidez de cualquier moneda alternativa que intente evitar la manera permanente de regulación”.
Grandes corporaciones financieras -incluso hasta bolsas de valores y no pocos Estados- están creando sus propias monedas virtuales y facilitando que esas operaciones financieras pasen a formar parte de sus respectivos portafolios de derivados financieros. Es decir, están abriendo sus puertas regulatorias a la especulación financiera que es consustancial a la existencia misma del bitcoin y otras monedas virtuales. Y eso es muy peligroso. Así, en mayo pasado el poderoso grupo bancario norteamericano Goldman Sachs sorprendió al mundo cuando anunció que incursionará en el negocio de las monedas virtuales al estilo bitcoin, otorgando así legitimidad a esta controversial moneda que genera división en el mundo de las finanzas. Ya otras instituciones financieras de Europa y Asia se aprestan a abrir sus puertas al mundo de las monedas virtuales o digitales.
Por las venas del cuerpo monetario-financiero internacional corren comentarios sobre los avances de las monedas virtuales y el peligro de que su uso pueda desencadenar la próxima crisis económica global si se convierte en un riesgo sistémico para el sistema financiero. Cada vez hay más instituciones financieras que están expresando interés en las criptomonedas (o divisas globales electrónicas que gozan, en principio, de autonomía respecto de las políticas monetario-financieras públicas y decisiones bancarias privadas).
Sin ánimo de insinuar la posesión de una bola de cristal se podría afirmar que las condiciones están dadas para que se desaten fuertes turbulencias financieras dentro del mapamundi de las monedas virtuales al estilo bitcoin. Pero, ante la creciente aceptación de la moneda virtual por parte de ciudadanos independientes y entidades financieras en muchos países el mundo ¿se podrían estar creando las condiciones para el nacimiento de una nueva divisa mundial llamada a reducir influencia a las divisas clásicas emitidas por los bancos centrales?