Fue en el 2006, bajo el papado de Benedicto XVI, que la iglesia católica dispuso el cierre de la puerta del limbo, negando su existencia y considerándolo sólo una teoría, una hipótesis que no tenía fundamento de fe; pero a la hora de analizar el desempeño de la economía petrolera mundial hay quienes piensan que el llamado limbo todavía perdura.
Pero, ¿qué se entiende por limbo? Durante siglos la literatura católica concibió al limbo como “el lugar donde iban las almas de los justos que mueren sin bautizar, especialmente las de los niños”. Y en el lenguaje popular “estar en el limbo” es cuando una persona no se da cuenta, no comprende lo que está ocurriendo en su entono o en el mundo.
Más allá del uso de la propaganda mediática para negar la incidencia de factores geopolíticos en la determinación de los precios del petróleo dentro de la economía mundial, así como el interés expresado por grandes países productores y consumidores del crudo por incidir tanto en la oferta como en la demanda global del producto, se hace necesario pisar el fondo del asunto: la voluntad por controlar yacimientos energéticos para aumentar reservas bajo control geopolítico.
Lo expuesto en el párrafo anterior es la clave para comprender lo que está sucediendo en regiones y países donde existen grandes reservas de petróleo, tales como el Golfo Pérsico, Medio Oriente, África y, naturalmente, la República Bolivariana de Venezuela.
En su libro World Factbook elaborado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos se revela que en el mundo quedan 1,65 billones de barriles de petróleo que podrían ser extraídos con la tecnología que existente en la actualidad.
A la hora de determinar el nivel real de reservas probadas de petróleo que existe en un país es preciso verificar científicamente cual es la cantidad de crudo que puede extraerse empleándose la tecnología existente en la actualidad. Dentro de la política comercial exterior de Estados Unidos se ha hecho una reformulación por el control de mayores reservas petroleras localizadas en diversas regiones del mundo. La potencia mundial busca reservas de petróleo fuera de sus fronteras.
Así, en enero de 2017 la República Bolivariana de Venezuela concentraba unos 301 mil millones de barriles de petróleo, siendo el país con mayores reservas probadas del crudo energético en todo el globo terráqueo. El segundo lugar lo ocupaba Arabia Saudita en el lugar 11 con reservas probadas de 267 mil millones de barriles, en tanto que EE.UU. sumaba unos 36,5 mil millones de barriles.
Es dentro de este marco que debe interpretarse la voluntad política expresada por la Administración Trump para que se sustituya el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela que preside Nicolás Maduro por otro que guarde armonía con su política comercial exterior en materia petrolera.
No comprender la realidad geopolítica expuesta en el párrafo anterior, sencillamente, sería “estar en el limbo”, como se dice en el lenguaje popular, a pesar de que ya la iglesia católica negó su existencia en el 2006 por disposición de la influyente Congregación para la Doctrina de la Fe.